Según el Instituto de Geología de Estados Unidos , al medir la magnitud de un sismo, lo que se indica es la intensidad del movimiento registrado en la tierra. Con cada punto de la escala es como si la intensidad se multiplicara por diez. Un sismo de 8,0 grados es entonces diez veces más fuerte que uno de una magnitud de 7,0 grados.
A nivel mundial se registran alrededor de 50.000 sismos por año de entre 3 y 4 grados; 800 sismos de entre 5 y 6 grados y un único terremoto de 8,0 grados. El sismo de mayor intensidad registrado hasta el momento alcanzó los 9,5 grados y se dio en 1960 en Chile.
Los sismos pueden generar consecuencias muy diversas dependiendo de su duración, de la constitución del suelo que afectan y del tipo de construcciones del lugar.
Por lo general la regla es:
- Magnitud de entre 1-2 grados: Sólo se registra con instrumentos de detección.
- 3,0 grados: Pocas veces puede percibirse, en las inmediaciones del epicentro.
- 4,0-5,0 grados: Perceptible en un radio de 30 kilómetros del epicentro, daños leves.
- 6,0 grados: sismo moderado. Causa muertes y daños materiales en regiones densamente pobladas.
- 7,0 grados: sismo fuerte. Genera situaciones de catástrofe con víctimas mortales.
- 8,0 grados o más: Se trata de un gran sismo que causa numerosas víctimas y devastaciones.
En lugar de la escala de Richter que solía ser utilizada antiguamente, en la actualidad se recurre en paralelo a varias escalas. Hoy en día se considera que la escala de Magnitud de Momento es el mejor método físico para medir la intensidad de este tipo de fenómenos naturales.
Cuando se trata de sismos menores, la mayor parte de escalas arrojan valores similares a la escala de Richter, pero cuando se trata de movimientos telúricos más fuertes, el resto de escalas sí permite hacer una diferenciación más precisa. La escala de Richter, que fue desarrollada en 1935 para California, lleva el nombre del geofísico estadounidenses Charles Francis Richter.
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