En Paraguay, el temblor más fuerte ocurrió en 1982 y fue de 5,2 grados
A propósito del sismo del Japón y su impacto en América, el técnico explica que en el subsuelo paraguayo también hay movimientos, aunque escasos.
La catástrofe desatada en el Japón a partir del peor terremoto de su historia, con una intensidad de 8,9 grados en la escala de Richter, conmovió al mundo entero. Como en el resto del planeta, los paraguayos también siguieron con atención las impactantes imágenes emitidas por los medios de comunicación. Lo que pocos se imaginan, sin embargo, es que el Paraguay no está totalmente exento de padecer fenómenos similares, aunque no de la misma magnitud.
El riesgo existe, primero porque el país está localizado sobre dos placas del subsuelo en contante colisión: la Placa Sudamericana y la Placa de Nazca y segundo porque ya existen antecedentes de movimientos telúricos. “El más fuerte ocurrió en 1982, en Villa Hayes (Chaco)”, recuerda Juan Carlos Velázquez, técnico del Observatorio Sismológico de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). En aquella oportunidad, el sensor ubicado en la estación de Caapucú, departamento de Paraguarí, a 180 kilómetros de Asunción, registró un pico de 5,2 grados en la escala de Richter, puntualiza el estudioso. Esto es 3,7 grados menos que el último sismo del Japón.
Aquella actividad sísmica, sin embargo, pasó casi desapercibida, salvo por algunos movimientos en ventanales de edificios capitalinos, pero no afectó mayormente la vida cotidiana de los paraguayos. “Empezó en Villa Hayes y se propagó en la línea del río Pilcomayo”, redondeó Velázquez e insistió, apoyado en los informes provenientes de la base de Caapucú, en que “tenemos una baja actividad sísmica en el país, pero esos movimientos existen”.
Lo preocupante es que pese a los avances tecnológicos alcanzados por la humanidad no es posible aún predecir con precisión cuándo ocurrirá algún terremoto y qué magnitud tendrá.
Por el momento, la acumulación de energías resultantes de esos choques entre las placas Sudamericana y de Nazca se concentra en los bordes de ambas placas que corren junto al Pacífico, en la línea de la Cordillera de los Andes. Cuando se la mira en el mapa del Observatorio está llena de puntos negros que simbolizan los millares de movimientos que se dan en la línea por año. Uno de ellos provocó la tragedia de Valdivia, Chile, en 1960, el terremoto más grande de la historia, con 9,5 en la escala de Ritcher.
Energía incontrolable
Buscando arrojar más luz sobre el tema, Velázquez explicó que un terremoto se produce por la acumulación de energía que produce el choque de las distintas placas de la corteza terrestre.
Las placas chocan de manera permanente y van acumulando esas vibraciones hasta un punto en que “la tensión es tan fuerte que se forma una falla y se produce la liberación que ocurre en forma de ondas”, describió.
En el caso de Japón, la enorme placa del Pacífico, se subdujo, se metió debajo de la Placa Asiática en un golpe definitivo que estalló el 10 de marzo pasado.
“Hubo precursores, como la erupción del volcán Kilauea en Hawai”, comentó Velázquez explicando que en el tiempo se pueden analizar señales, pero que hasta cuando ocurre, no se puede anticipar con precisión, de qué magnitud y cómo será un terremoto.
El riesgo existe, primero porque el país está localizado sobre dos placas del subsuelo en contante colisión: la Placa Sudamericana y la Placa de Nazca y segundo porque ya existen antecedentes de movimientos telúricos. “El más fuerte ocurrió en 1982, en Villa Hayes (Chaco)”, recuerda Juan Carlos Velázquez, técnico del Observatorio Sismológico de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). En aquella oportunidad, el sensor ubicado en la estación de Caapucú, departamento de Paraguarí, a 180 kilómetros de Asunción, registró un pico de 5,2 grados en la escala de Richter, puntualiza el estudioso. Esto es 3,7 grados menos que el último sismo del Japón.
Aquella actividad sísmica, sin embargo, pasó casi desapercibida, salvo por algunos movimientos en ventanales de edificios capitalinos, pero no afectó mayormente la vida cotidiana de los paraguayos. “Empezó en Villa Hayes y se propagó en la línea del río Pilcomayo”, redondeó Velázquez e insistió, apoyado en los informes provenientes de la base de Caapucú, en que “tenemos una baja actividad sísmica en el país, pero esos movimientos existen”.
Lo preocupante es que pese a los avances tecnológicos alcanzados por la humanidad no es posible aún predecir con precisión cuándo ocurrirá algún terremoto y qué magnitud tendrá.
Por el momento, la acumulación de energías resultantes de esos choques entre las placas Sudamericana y de Nazca se concentra en los bordes de ambas placas que corren junto al Pacífico, en la línea de la Cordillera de los Andes. Cuando se la mira en el mapa del Observatorio está llena de puntos negros que simbolizan los millares de movimientos que se dan en la línea por año. Uno de ellos provocó la tragedia de Valdivia, Chile, en 1960, el terremoto más grande de la historia, con 9,5 en la escala de Ritcher.
Energía incontrolable
Buscando arrojar más luz sobre el tema, Velázquez explicó que un terremoto se produce por la acumulación de energía que produce el choque de las distintas placas de la corteza terrestre.
Las placas chocan de manera permanente y van acumulando esas vibraciones hasta un punto en que “la tensión es tan fuerte que se forma una falla y se produce la liberación que ocurre en forma de ondas”, describió.
En el caso de Japón, la enorme placa del Pacífico, se subdujo, se metió debajo de la Placa Asiática en un golpe definitivo que estalló el 10 de marzo pasado.
“Hubo precursores, como la erupción del volcán Kilauea en Hawai”, comentó Velázquez explicando que en el tiempo se pueden analizar señales, pero que hasta cuando ocurre, no se puede anticipar con precisión, de qué magnitud y cómo será un terremoto.
http://www.lanacion.com.py/articulo.php?en-paraguay-el-temblor-mas-fuerte-ocurrio-en-1982-&edicion=2&sec=3&art=15360
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